Arteixo, una pequeña localidad gallega de 30.000 habitantes, sería desconocida en todo el planeta si la mayor empresa textil del mundo no tuviera allí su sede. Tres edificios, de estilo minimalista de cemento y cristal, que suman 400.000 metros cuadrados, unidos por un misterioso túnel subterráneo (del que hablan sus empleados pero al que no acceden las visitas) y donde trabajan cerca de 4.000 personas, acogen el centro neurálgico de Inditex (departamentos de diseño, de fotografía, logística, escaparatismo), el grupo fundado por Amancio Ortega en 1963, que comenzó como fabricante de prendas de vestir.
En 1975 abrió su primera tienda en La Coruña, donde sentó las bases del éxito del negocio. Desde el primer día, Ortega quiso saber qué era lo que compraban las clientes. No había stock en el local, se reponía en función de lo que se vendía y se enviaba a tienda el número exacto de prendas que se necesitaban. Cuatro décadas más tarde, el modelo de empresa sigue siendo parecido, con la complejidad que conlleva gestionar un imperio textil con un valor en Bolsa de 94.000 millones de euros, que en 2014 facturó 18.117 millones de euros, un 8% más que en el ejercicio anterior, y cuyos beneficios crecieron un 5,2%, hasta los 2.501 millones.
Lo primero que sorprende al entrar en Inditex es la aparente calma que se respira. El interior del búnker es de color blanco, es el lenguaje que habla la marca, un ambiente limpio, donde centenares de personas trabajan por departamentos sin levantar la voz. Todo está bajo control, sobre todo los pedidos que se realizan desde las distintas tiendas del globo, que una vez se reciben en Arteixo deben estar preparados para salir en ocho horas. En las 36 horas siguientes estará colgado en los percheros de Europa, y en 48 horas en el resto del mundo. Dos veces por semana se reponen prendas en todos los locales del planeta.
La agilidad es otra de las enseñas de la empresa. La información corre veloz, sin cortocircuitos; todos los mensajes que se reciben de cada tienda es lo que marca el día a día en la central, sobre todo en los departamentos de diseño, encargados de captar todas las tendencias y de visitar ferias como la de París, Fráncforty Nueva York; y de compras, que son los que se proveen de todo lo necesario para la producción.
Las cifras que se manejan en el grupo apabullan: 18.000 diseños en Zara y 50.000 referencias en todo el grupo, compuesto por marcas como Massimo Dutti, Oysho, Pull & Bear, Stradivarius, Uterqüe y Bershka. Esta última acaba de lanzar Stage, su nueva imagen, que juega con la música, el backstage y la tecnología como nuevos protagonistas. Cada cuatro años se suele renovar el diseño y distribución de las tiendas.
El sistema de trabajo en todas las firmas sigue el mismo patrón: el primer paso es hacer un prototipo de la prenda, de la sección de patronaje pasa a diseño, que es donde de decide si se va fabricar o no. Si recibe el visto bueno, en 20 días estará en la tienda. Ni uno más ni uno menos.
El secreto de Inditex es cumplir a rajatabla los plazos. No hay descanso. Todos los días del año se diseña, porque todos los días del año se recibe y se vuelca en los ordenadores toda la información de lo que acontece en las tiendas: qué colores se venden, qué tipo de prendas, cuáles no tienen éxito... En Arteixo advierten de que tarde o temprano todo se acaba vendiendo, aunque a veces, las menos, han tenido que retirar algún producto por falta de comprador. Pocas empresas tienen capacidad para realizar un estudio de mercado con tanta precisión a diario. En Inditex es posible. "Testamos la reacción de los clientes ante propuestas genéricas y de esta manera podemos saber si una referencia va a ser bien aceptada o no", afirma un portavoz de la compañía, que asegura que la flexibilidad es otra de las características. "Siempre se tienen ideas para rectificar en el último momento".
Los equipos de diseño de todas las marcas trabajan en tres campañas a la vez, incluida la de este otoño-invierno, que no está cerrada todavía. Por lejano que parezca, en Inditex ya hay telas para las prendas del próximo verano. Y a la vez se está decidiendo lo que estará en tienda dentro de dos meses.
Pero qué ocurre cuando una prenda tiene un gran éxito, como ocurrió con el vestido tulipán de Zara que se vendió muy rápidamente; lo tienen claro: no lo vuelven a fabricar en el mismo color y le dan un nuevo giro para que no sea la misma prenda. Al final, y en contra de lo que la mayoría piensa, en Arteixo no quieren que todo el mundo vaya vestido igual.
La visita transcurre por la planta de Zara Kids, de 13.000 cuadrados, donde se puede ver cómo preparan las fichas para hacer el prototipo de la prenda, que se confecciona en tamaño original, se prueba sobre maniquíes (se cuidan todos los detalles: los de los más pequeños llevan incorporado un pañal) y se pasa el patrón a diseño. Todas las piezas de papel se introducen en el ordenador, donde se hace el escalado de la prenda y se decide el número de tallas que se van a confeccionar. De ahí pasa a fábrica. El paisaje de Arteixo está salpicado de edificios de cemento, diez propios y otros tantos ajenos, donde se fabrican una parte de las prendas. El 50% se confecciona en España y países próximos, según un portavoz, aquí se incluye a Turquía y Marruecos. El resto, en Asia. La moda es pasajera, pero no la esencia de este grupo, cada día más global.
Un centro abierto los 365 días del año
El modelo de negocio de Inditex se caracteriza por integrar todas las fases del proceso de la moda: diseño, fabricación, logística y venta en tiendas propias, en su mayoría. A cierre del ejercicio de 2014, la multinacional gallega contaba con 6.683 tiendas, de las cuales 873 son franquicias, repartidas en 88 mercados, con 137.057 empleados.
La previsión es otro fuerte de la casa. Sirvan como ejemplo los siguientes detalles: para no quedarse desabastecidos nunca de telas, en el almacén siempre hay guardados 80.000 metros cuadrados de tejido en blanco y negro, que pueden ser tintados en cualquier instante. Por si alguna vez se produce un corte en el suministro eléctrico, en el subsuelo de la planta hay un depósito de gasolina para dar cobertura al corazón de Inditex durante dos semanas.
La tecnología es clave pero tampoco es infalible. En caso de una caída de la red, hay que alarmarse lo justo: todo el soporte online está replicado. El centro tecnológico, finalizado en 2014, es otro de los puntos calientes dentro del grupo, concebido con un espacio de innovación participativa, donde están involucrados todos los departamentos, desde recursos humanos a logística, con el fin de que todos aporten. En estos momentos están trabajando en un sistema de autoservicio en el pago de las compras, con el fin de evitar colas en las tiendas. Pero la joya de la corona es el Data Center, un moderno búnker, con extremadas medidas de seguridad, al que se accede a través de un sistema de reconocimiento facial, huella digital y una tarjeta especial. Cuenta con 4.000 servidores de información repartidos en dos pasillos -caliente y frío- y 1.400 kilómetros de fibra óptica.
Este centro de datos ha obtenido la máxima certificación de calidad, Tier IV y Leed Platinum. Se completa este espacio con un centro de control donde se detectan todas las incidencias que pasan en el sistema tecnológico de todas las tiendas del mundo. Está operativo las 24 horas de los 365 días del año.
Todos los escaparates del mundo se diseñan en Arteixo (dos veces al año se cambia el atrezo) y cada 15 días se modifican las vitrinas donde se exhiben las prendas. Se fotografía cómo debe ir expuesta cada prenda, también dentro de la tienda, y se envía a cada establecimiento. Una prueba más del control que tiene la firma sobre la marca.
En la sede de Inditex hay una docena de estudios fotográficos, con estilistas y maquilladores, donde se fotografían todas las prendas y a las/los modelos que las lucen en la página de Zara.com. Dos veces por semana se incluyen novedades.
Articulo Base CINCO DIAS 5-10-2015
No hay comentarios:
Publicar un comentario